A fines del siglo pasado, la necesidad de fomentar el crecimiento de los distintos barrios, pueblos y ciudades de nuestro país, dio origen a la fundación de innumerables organizaciones de vecinos, que tuvieron en su horizonte la realización de las primeras obras públicas. Así surgieron los primeros pasos de piedras y caños, las arboledas, los caminos de cascotes. Para comienzos del siglo XX ya eran muchas las organizaciones vecinales existentes, y desarrollaban una gran cantidad de actividades de diversa índole.
Los pueblos fueron creciendo de la mano de los primeros dirigentes vecinales, quienes gratuitamente a través de sus nuevos métodos de socialización, fueron armando un tejido social de cooperación y ayuda, que trajo progreso y satisfacción a la gente.
En la actualidad, las Asociaciones Vecinales o Sociedades de Fomento, como son denominadas en muchos lugares de nuestro país, cumplen roles muy importantes en la sociedad. No sólo son las entidades aglutinadoras de las necesidades de un barrio en particular, sino que también desarrollan innumerables actividades sociales, culturales, educacionales (por ejemplo: a través de la capacitación a los vecinos de los barrios a las que pertenecen). Además se constituyen como el nexo más directo entre el barrio y el municipio local.
Las Asociaciones vecinales cumplen el rol fundamental de representar los intereses de las personas que habitan en el ámbito territorial.
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